En 1948 se gesta la idea de crear un nuevo orden mundial de posguerra, que responde a un mundo hegemónico política y económicamente, bajo el cual se desarrolla la idea de los Derechos Humanos. Estos cubiertos por el paradigma de una esencia natural humana, lo que responde a una visión innegablemente occidental (supone una racionalidad inherente a todos los seres humanos). Con este ambiente global se empieza a visualizar una “comunidad internacional”, donde se rompen las fronteras de los Estados Nación, sumado a esto una integración de sujetos que se adhieren a ésta de manera voluntaria o involuntaria producto de las migraciones, desplazamientos, el auge de las comunicaciones. Es necesario debatir entonces la naturaleza de estos derechos cuando es claro que han sido creados y se siguen manteniendo por una comisión que representa solo un porcentaje de la población, también sabiendo que su efectividad practica se remite a la voluntad de los Estados y finalmente que desconocen cualquier dialogo intercultural en tanto se intenta mantener un status de legitimidad transaccional.
Ahora, en un mundo globalizado que presupone la ruptura de diferencias y la búsqueda de la hegemonía, los DDHH se presentan como una forma jurídica de acercarse a los problemas entre naciones así como al interior de estas de una manera unitaria, es descrito por Diana Ayton como la figura mínima de protección a la dignidad e integridad humana, sin tener en cuenta que esto desconoce la diversidad cultural.
El relativismo cultural responde cronológicamente al auge del nazismo en Europa, el cual obligo al desplazamiento y excluyo a miles de personas bajo la disposición de un ideal que pretendía propender por una raza pura e ideal, lo que en consecuencia llevo a la desaparición de todo aquello diferente. Esta idea se trasformaría finalmente en una proposición al respeto de las diferencias culturales en tanto éstas manifiestan formas distintas, que nacen y se fomentan en un núcleo social diferenciado, con un contexto particular que contiene un conocimiento tradicional propio de su historia, es decir, una cultura en particular no podrá ser introyectada en una cultura global sí se desconoce su historia tradicional que es la que le da herramientas a los individuos inmersos en el ámbito social de desarrollarse, llevar a cabo acciones y plantearse la vida bajo los criterios que su cultura ha dibujado en él/ella. El relativismo cultural reconoce que las culturas atienden lógicas morales constituidas bajo la tradición, así se suponen internalizadas, por lo que es erróneo en el discurso de los DDHH que se les de solamente atención de manera mínima, debería ser un requisito y criterio complejo no una instrucción de abstracción simple.
Entonces, no seria moralmente propio de la época contemporánea el irrespeto o desconocimiento de ciertas practicas (ablación de clítoris, uso de vestimenta por parte de las mujeres, controles de natalidad) en tanto entiende dichas acciones de manera descontextualizadas, fuera del imaginario de quienes lo desarrollan y visto en un escenario desarrollista busca ayudar a quienes no han pedido ayuda solo con el fin de que estos adquieren un compromiso económico o político. Se debe buscar un dialogo intercultural, de respeto por las normas, jerarquías y acciones de otras culturas para que en ese animo homogeneizante no se eliminen las diferencias que van en contra de los proyectos globales que finalmente responden solo a la agenda de algunos gobiernos.
Es ilógico hablar de un discurso que incluye practicas culturales como lo muestra Ayton, cuando solo se hablaría de reconocer aquellas practicas culturales que responden a cánones aceptados. La inexistencia de un dialogo intercultural se da en gran parte por la imposición de un discurso (el de los DDHH) que seria el punto de partida de la integración, en conclusión aquellas practicas que los desconozcan deben ser abolidas puesto que de esto depende la supuesta flexibilidad.
La existencia de un estándar común a todos los seres humanos es un vicio de la Modernidad, proclama una actitud única en todos los frentes sociales y supone un ambiente donde las practicas de una cultura sean medidas bajo un estándar lejano de sus propias prerrogativas. Para dibujar esto retomo el capitalismo que reconocido como el camino a seguir por la Modernidad Occidental, supone la unificación del poder económico bajo las prerrogativas del mercado, la desaparición paulatina del Estado y la competencia entre países, lo que ha llevado a construir núcleos de diferenciación entre naciones del primer mundo y países periféricos. En el marco de esta lucha vemos por una parte la intromisión a gran escala de políticas homogeneizantes en comunidades indígenas, en busca de materias primas y mano de obra, unido a esta se encuentra la visión de lo contra hegemónico que lucha por la defensa de las aparentes minorías que buscan un poder político y económico que no se riga bajo las proposiciones del capitalismo, ambas luchas se gestionan en contra de los ideales propios de la economía global.
Ahora, en un mundo globalizado que presupone la ruptura de diferencias y la búsqueda de la hegemonía, los DDHH se presentan como una forma jurídica de acercarse a los problemas entre naciones así como al interior de estas de una manera unitaria, es descrito por Diana Ayton como la figura mínima de protección a la dignidad e integridad humana, sin tener en cuenta que esto desconoce la diversidad cultural.
El relativismo cultural responde cronológicamente al auge del nazismo en Europa, el cual obligo al desplazamiento y excluyo a miles de personas bajo la disposición de un ideal que pretendía propender por una raza pura e ideal, lo que en consecuencia llevo a la desaparición de todo aquello diferente. Esta idea se trasformaría finalmente en una proposición al respeto de las diferencias culturales en tanto éstas manifiestan formas distintas, que nacen y se fomentan en un núcleo social diferenciado, con un contexto particular que contiene un conocimiento tradicional propio de su historia, es decir, una cultura en particular no podrá ser introyectada en una cultura global sí se desconoce su historia tradicional que es la que le da herramientas a los individuos inmersos en el ámbito social de desarrollarse, llevar a cabo acciones y plantearse la vida bajo los criterios que su cultura ha dibujado en él/ella. El relativismo cultural reconoce que las culturas atienden lógicas morales constituidas bajo la tradición, así se suponen internalizadas, por lo que es erróneo en el discurso de los DDHH que se les de solamente atención de manera mínima, debería ser un requisito y criterio complejo no una instrucción de abstracción simple.
Entonces, no seria moralmente propio de la época contemporánea el irrespeto o desconocimiento de ciertas practicas (ablación de clítoris, uso de vestimenta por parte de las mujeres, controles de natalidad) en tanto entiende dichas acciones de manera descontextualizadas, fuera del imaginario de quienes lo desarrollan y visto en un escenario desarrollista busca ayudar a quienes no han pedido ayuda solo con el fin de que estos adquieren un compromiso económico o político. Se debe buscar un dialogo intercultural, de respeto por las normas, jerarquías y acciones de otras culturas para que en ese animo homogeneizante no se eliminen las diferencias que van en contra de los proyectos globales que finalmente responden solo a la agenda de algunos gobiernos.
Es ilógico hablar de un discurso que incluye practicas culturales como lo muestra Ayton, cuando solo se hablaría de reconocer aquellas practicas culturales que responden a cánones aceptados. La inexistencia de un dialogo intercultural se da en gran parte por la imposición de un discurso (el de los DDHH) que seria el punto de partida de la integración, en conclusión aquellas practicas que los desconozcan deben ser abolidas puesto que de esto depende la supuesta flexibilidad.
La existencia de un estándar común a todos los seres humanos es un vicio de la Modernidad, proclama una actitud única en todos los frentes sociales y supone un ambiente donde las practicas de una cultura sean medidas bajo un estándar lejano de sus propias prerrogativas. Para dibujar esto retomo el capitalismo que reconocido como el camino a seguir por la Modernidad Occidental, supone la unificación del poder económico bajo las prerrogativas del mercado, la desaparición paulatina del Estado y la competencia entre países, lo que ha llevado a construir núcleos de diferenciación entre naciones del primer mundo y países periféricos. En el marco de esta lucha vemos por una parte la intromisión a gran escala de políticas homogeneizantes en comunidades indígenas, en busca de materias primas y mano de obra, unido a esta se encuentra la visión de lo contra hegemónico que lucha por la defensa de las aparentes minorías que buscan un poder político y económico que no se riga bajo las proposiciones del capitalismo, ambas luchas se gestionan en contra de los ideales propios de la economía global.
Andrea!
5 comentarios:
Genial!!! estoy totalmente de acuerdo con Andrea.
Los DDHH se volvieron en un canon de la mal llamada civilidad(por que en correcto sentido traduce "cultura") y entonces todo el que no este dentro de ese canon es un "salvaje" y ello es a las claras una muestra de colonialismo, luego- de acuerdo con lo que dice Andrea- no es para toro el mundo ni para todas las culturas tales que se crea una nueva distincion.
Ahora,¿quien nos dice a nosotros que usos como los percings y el pelo largo,inlcuso el boxeo, son necesariamente "civilizados"?
Es como volver a la Edad Media, ahora no nos interesa si tienen alma o no para saber si son hijos de Dios...ahora nos interesa que esos de las antipodas consuman como nosotros para insertarlos en nuestros "derechos".
Es dificil defender una posiciòn polarizada del asunto, puesto qu tal como se evidencia en Dos Santos y enDiana Ayton-Shenker, el relativismo cultural también defiende formas de opresiòn y se presenta en ámbitos de relaciones de poder. Observabamos en el texto de los Comaroff como en el contexto sudafricano de gran contradicción social, en el cual existe una de las constituciones mas ilustradas en términos de derechos humanos se exacerban las prácticas "tradicionales" debido a la falta de garantías reales en términos de seguridad material de las personas, y cerece en escala la violencia por defensa a los "horrores" de la brujería. Por supuesto, esto da cuenta de lo incongruentes que resultan los derechos universales ilustrados como discursos de bien social pero al mismo tiempo como perpetuación de la cotidianidad de la diferencia al tener que defender los principios de la economía liberal de libre mercado, que le dificulta la introducción a las dinámicas de competencia en las que se basa a grupos marginados. La tradición es en estos contextos de suma contradicción una herramienta política y una forma de defender el monopolio del poder local.
En principio creo que hay que tener en cuenta que el acuerdo de los DDHH, los protocolos y acuerdos internacionales que le siguen, se hacen a partir de hechos inhumanos, es decir se tiene un concepto de «humanidad» el cual no se tenía antes. Los derechos humanos fueron universalizados, «como localismo globalizado occidental» remitiéndonos a Boaventura de Sousa Santos y en esta medida creo que los Derechos Humanos posiblemente queden incompletos al encontrarse con otro tipo de cultura distinta a la de «occidente», pero así mismo también ha sido adscrita cómo una herramienta política, la cual ha tenido un principio de «ética», que forma parte sustancial de estos derechos y aún así si se quiere trasforman la concepción occidental de los derechos humanos, creo que no la trasformaría totalmente sino la complementa, y se vuelve más un concepto intercultural y de reivindicación para otro tipo de cultura. Julián
Estoy de acuerdo con Andrés tomar una posición es completamente ambivalente, si bien los derechos humanos se pueden ver como un bien universal, no son siempre aplicables en diferentes contextos, no se sabe si al aplicarlos benefician a los que realmente tienen la necesidad. Por otro Lado Ayton-Shenker dice que los derechos humanos son mas culturalmente relativos que universales, y desde donde yo le veo esto es cierto, se pueden ver como una ultima instancia de cada contexto pero realmente no se puede saber la efectividad de su aplicación con respecto a los ordenes normativos de cada nación, y esto tal como dice Andrés y complementando con Andrea es una forma de "defender el monopolio local" y una manera de civilidad universal. Entonces los derechos humanos son realmente aplicables? son funcionales? o tal vez atacan a culturas y defienden a individuos, metiendolos dentro de un supuesto orden correcto. También es importante saber que el mundo según la modernidad debería tener un orden global, y por esto los derechos humanos así como la OIT y otras organizaciones del foro pasado, deberían servir como una ultima instancia para la denuncia, pero de nuevo no sabemos hasta donde pueda llegar el conocimiento de este tipo de derechos dentro de pequeños monopolios, por eso el uso de estos puede quedar mas fácilmente en malas manos.
Por ultimo los derechos humanos en algunos puntos pueden ser buenos pero en otros no, y le verdadero problema es su forma de aplicación y la reglamentación que únicamente concierne a ciertos países.
el anterior mensaje fue mio. Enrique.
se me olvido poner el nombre.
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